martes, 23 de diciembre de 2008

MI AVENTURA DE SER MAESTRO


No había publicado con anterioridad este texto, pues lo había perdido. En este receso de vacaciones al buscarlo con calma, lo he encontrado y quisiera compartirlo con aquellos que pudieran aún leerlo.
Reflexionando sobre la lectura de José M. Esteve, reconozco al igual que mis compañeros la ansiedad que te provoca enfrentarte a un grupo de individuos que te están reconociendo y midiendo para acomodarse a tus demandas y negociarlas, como es el caso del primer día de clases.
A mí me sigue pasando casi a tres décadas de haberme iniciado en la docencia; cada semestre que me presento a un grupo de alumnos nuevo, cada vez más distinto a los anteriores, porque mi percepción de los jóvenes cambia con mi edad y porque cada generación trae consigo una cultura y una visión del mundo que va cambiando igual que cambia la sociedad, la ansiedad sigue acompañándome.
Mi proceso de adaptación no va al mismo ritmo que los cambios y cada vez se me dificulta más convencer a los muchachos de que el proceso educativo es un compromiso mutuo, que se pacta y se cumple y no una mercancía que se regatea.
La lectura del texto de Esteve me reconforta, porque coincido con el objetivo de conseguir que los muchachos piensen y sientan y por ello me he avocado desde hace años a retarlos a que me muestren que sus capacidades intelectuales pueden ser mayores que las mías y se lo celebro con humildad pero con entusiasmo en un intento de que ellos sientan el poder del pensamiento.
He cometido excesos en esta celebración pues he generado en algunos alumnos brillantes la soberbia y el orgullo que no solamente ha desalentado a sus compañeros sino que ha ofendido a sus maestros.
Intento corregir mis errores y busco ahora la manera de no alentar el ego individual de los muchachos y tratar de que sientan que ese conocimiento y ese poder se tiene que compartir con humildad y paciencia, si no, no posee ningún valor.

2 comentarios:

Lesbia Rosario dijo...

Hola Nelly:
Creo firmemente que la tarea principal del maestro es lograr encender en los alumnos el deseo de aprender. En este proceso, alguno, por su natural inmadurez puede que no maneje de manera "apropiada" ese sentimiento de que es capaz de hacer y resolver cuestiones mejor que alguno de sus maestros. No importa, ya madurarán y se darán cuenta que pueden servir a sus propios compañeros y maestros a mejorar su vida en lo general con sus reconocidas capacidades. Los compañeros no deben sentirse desalentados, al contrario,deberían luchar para alcanzarlos y ser mejores.
Por otro lado, un buen maestro no debe sentirse ofendido, a menos que por su propia incompetencia el alumno brillante no tuvo mas remedio que hacerle notar sus fallas. Con todos los posibles aspectos negativos que pudieran tener estos alumnos brillantes, son los únicos que con el tiempo, lograrán que nuestra patria sea mejor. No debemos seguir promoviendo la mediocridad que nos ahoga.
Te felicito y sigue formando alumnos de excelencia.
Felicidades
Lesbia

Gerardo Alvarado dijo...

Hola Nelly
Has descrito con mucho acierto lo que sentimos todos los profesores, aunque algunos no lo admitan, al iniciar un curso con nuevos alumnos.Considero que esa sensación de angustía por comprenderlos y tener una adecuada comunicación con ellos es lo que nos renueva cada semestre.
Felicidades y te envío un fuerte abrazo.